1. Prepararse para la acción
Si de verdad queremos detener un divorcio, debemos, tan pronto como sea posible, calmar el pánico, saltarse los lamentos y hacer un plan de acción.
2. Calmar la necesidad de hacerse la víctima.
Puede que "¿cómo pudiste hacerme esto?" exprese cómo nos sentimos en el momento, pero probablemente sea una estrategia perdedora para recuperar el afecto de nuestra pareja. Hacer que la otra persona se sienta tan culpable que regrese, lo único que logrará (si es que logra algo) será una pareja deprimida pensando "odio estar aquí de nuevo". Esa no es una buena alternativa ni una buena estrategia para evitar un divorcio a largo plazo.
Para saltarse la fase de "pobre de mí" saltemos a la fase de "siento orgullo por mí." Recordemos las cualidades positivas que aportamos al matrimonio y encontremos una manera de mostrarlas a todo lo que da. Muy pronto, empezaremos a creer en nosotros mismos de nuevo.
Es importante resaltar que dije "mostrar" no"mostrar y decir". Dejemos que las acciones hablen más que las palabras. Guardemos las palabras de apreciación para la otra persona durante conversaciones abiertas, no para comentarios sobre nosotros mismos. Adular nos lleva a todas partes mientras que la autoalabanza tiende a ser poco atractiva.
Hablando de apreciación, la gente fuerte exuda actitud positiva. Hay que sonreírle a nuestro casi ex. Reír de sus chistes. Expresar afecto. Compartir nuestra gratitud por las cosas buenas que ha hecho la otra persona.
3. Aclarar que necesitamos cambiar.
Una lista de todos los agravios que nos ha mencionado la otra persona y que ahora, en retrospectiva, podemos ver que eran intentos de evitar un divorcio resulta útil. Hay que listar todas las quejas, críticas y desacuerdos que podamos recordar.
Luego hay que revisar la lista con nuestro casi ex, asegurándonos de que nada se quede fuera y manteniendo el tono neutral como si estuviéramos revisando una lista del súper. "No es la gran cosa, solo me quiero asegurar de que mi lista esté completa." Sin hacerse la víctima ni arrastrarse.
Una vez que esté completa la lista, hay que pensar en nuestra familia de origen y determinar si alguno de los comportamientos se originaron de observar el comportamiento de alguien más con quien crecimos. ¿El comportamiento fue algo que vimos de nuestra madre o padre, o tal vez de algún hermano?
Los comportamientos no siempre tendrán una fuente identificable. Pero a más efectiva sea nuestra identificación del origen o razón por la que podríamos haber aprendido ciertos comportamientos negativos, más efectivamente seremos capaces de dejarlos ir y reemplazar cada hábito con uno todavía mejor.
Luego, hay que hacer un mapa de acción para arreglar cada uno de los comportamientos en la lista.